domingo, 19 de febrero de 2012

PALABRAS DE UN MAESTRO.


Con sentido pesar, comunicamos la partida de nuestro querido y jamás olvidado amigo y profesor, LUIS VALLE ABARCA.
Deja una huella imborrable en la vida y la memoria de quienes fuimos sus discípulos y disfrutamos de sus buenos consejos, apreciaciones literarias y artísticas, largas conversaciones y su admirable comprensión y entusiasmo por el desarrollo de estas vidas que para él fueron sus hijos.
Tenía un sentido de lo humano y una espiritualidad que en pocas personas volveremos a encontrar. Como testimonio de esa entrega y compromiso, transcribo para ustedes el texto de un discurso que hiciera en el "Valparaíso Eterno" el 4 de junio de 1999.

“PENSANDO EN EL TIGRE”

30º Aniversario de Egreso del Liceo de Hombres Nº2,
“Alfredo Nazar Ferez”,
Playa Ancha.
1969 – 1999.


Luis Valle Abarca, Ex
Profesor Jefe.
“Valparaíso Eterno”,
04 – Junio – 1999.

“Pero no importa que los días
felices sean breves
como el viaje de la
estrella desprendida del cielo,
pues siempre podremos
reunir sus recuerdos,
así como el niño
castigado en el patio
encuentra guijarros para
formar brillantes ejércitos.
Pues siempre podremos
estar en un día que no es ayer ni mañana,
mirando el cielo nacido
tras la lluvia
y escuchando a lo lejos
un leve deslizarse de remos en el agua.”
(Jorge Tellier)

Recuerdo cuando me contó Valentín, que su hermano que estudiaba Arquitectura, iba a construir un ESTUDIO o TALLER en su casona de gran estilo en la calle Santa María, Playa Ancha. También que Enrique iba a ayudarle en las instalaciones eléctricas. Había compadres transitorios o permanentes (Ricardo) que daban una manito. Primero, despejar el terreno y adaptarlo. De eso, vi tomar a pulso piedras, ladrillos, sacos de cemento, tierra, tablones, fierros y todo tipo de instrumental. Tiempo, esfuerzo y mucho entusiasmo concretó el plan. En dos o tres meses más vi su construcción. Después, la inauguración y creo que no fue un sino múltiple; siempre había algo que celebrar: cumpleaños de los Novoa, reunión del grupo de Curso del 69; porque se había terminado un año universitario, porque a las pololitas (quizás las primeras y únicas –ya actuales y maternales señoras (ojo: hay varias abuelitas), había que mostrarles este “exótico” lugar, sitio que provocaba envidia y, también, privilegio ser invitado.

Y vino el mural, la cabeza de un tigre pintado en colores fosforescentes junto a otra muralla en estilo psicodélico, línea Vassarely. Los juegos de luces y parlantes que Enrique tenía a cargo desde una mesa de comando, hacía que el local tomara la apariencia –para más de alguien- de una “cave”, o “pub”, “discoteca” o vulgarmente un “garito” de clase, que frente a la ubérrima imaginación de los envidiosos no invitados, TODO ERA PERMITIDO: y claro, era permitido que el amor, los besos, las emociones nacieran. La música rebotaba entre las murallas y las luces giratorias. ¿Recuerdan lo de Santana, The Beatles, Carol King, The Carpenters, Sonora Palacios (con cumbias arrabaleras el descueve), Jimi Hendrix, Engelbert Humperdinck, Los Bric a Brac, Nino Bravo, Camilo Sesto, The Rolling Stones, Canciones del Festival de San Remo, Joe Cocker, Janis Joplin, Los Jaivas, Gatti, Los Blops, The Mamas & The Papas, etc., etc. Los bailes a go go, rock, twist; canciones como My Lord, Mamy Blue, Los sonidos del silencio, Matándome suavemente con tu canción, Y volveré, Todos juntos, etc. Y entre medio de tanto inglés se colaba la canción-himno del Viaje de Estudios al Sur: “PUERTO MONTT” (Los Iracundos). Manolo Palma fue el primero que apareció con su disco 45 R.P.M. Por la radio: “In a gadda da vida” (Iron Buterfly), canciones de Joan Baez, Inti Illimani, “La lluvia, el parque y otras cosas”, etc., etc.

A veces una cámara indiscreta captaba situaciones “comprometedoras” (ver Álbum) o se rompían unas botellas de cerveza (un mal pensado decía que era una damajuana, un chuico o tonel) escondidas detrás de un lienzo donde todos los mensajes o garabatos o símbolos varios aparecían escritos con intensos plumones y que permitía, también, a los más tímidos por ese entonces (Rola), esconderse detrás de él. Este lienzo artesanalmente servía de cortina para ocultar el bar y no permitir las miradas indiscretas para los que se dedicaban a “ponerle”, “empinar el codo” para agarrar más onda. Estos momentos traían, por supuesto, grandes risotadas; ojos que giraban o miraban perdidos, silencios imponentes, tartamudeos, vacilaciones marcadísimas o, simplemente, el “tuto”.

El peligro mayor era subir por una escalera muy de película que unía este sótano a los baños del primer piso, aunque algunos no alcanzaban a llegar. ¿Quién no recuerda que Jaime representó muy a lo vivo una escena de “El exorcista”, al vomitar y girar su cabeza en 180º, manchando a José Miguel que estaba a sus espaldas? Allí, venía el nuevo trabajo para Valentín, Oscar o los compadres: limpiar estas horribles huellas, baldear, manguerear, barrer, sacar y ventilar cosas, desinfectar y poner todo a su carácter de ESTUDIO. Claro que el Sr. Novoa venía a dar su vueltecita como que no quiere la cosa pues era obvio que todos esos “susurros” musicales llenaban la casa entera impidiendo el sueño al resto de la familia. Algo se calmaba; pero, algo, pues al retirarse el Papá, volvía a surgir con más violencia la alegría que a todos ya había invadido por completo. “El Tigre” miraba silencioso, acezante, con sus ojos intensos e hipnóticos. ¿Lo pintó Oscar? ¡Sí!, estoy seguro, pues a mí me parecían un poco a los de él.

“El Tigre” revivía en estas reuniones de amistad, chacoteo, borracheras sanas, romances juveniles, estudios universitarios o algunos en su primer trabajo. Y claro, no todo era perfecto pues a veces estaban los “colados”, “paracaidistas”, los “invitados por nadie”, los “fantasmas” que por suerte fueron pasajeros. La envidia de quienes no concurrían a este lugar tan selectivo, tan VIP’s en la sociedad playanchina se dejaba sentir. Por ejemplo, reclamar a Carabineros. ¿Cuántas veces llamaron la atención por la fuerte música al amanecer? En más de una oportunidad salí a dar explicaciones de que era una fiesta de curso para reunir fondos y todo el rollo, incluso, convidarles una copita para pasar el frío o unos sandwiches de quesillo (según receta de Carreño). ¿Y qué pasó cuando hubo toque de queda? Muy fácil: se corrió el horario a tipo matiné o vermú (¿Fue más o menos así?).

“El Tigre” camina suavemente en mi memoria, enjaulado entre tantos gratos como sentidos recuerdos de esa época del 70, como creo lo hará cada uno de los amigos de Óscar y Valentín. “El Tigre” no ruge sólo mira intensamente en nuestra memoria a través de todos estos años hasta encontrar la ocasión en cada uno de nosotros que lo hará vivir de nuevo. Un increíble poeta, Nicanor Parra, ha retratado mágicamente lo que se escapa con la juventud:


ÚLTIMO BRINDIS

Lo queramos o no
Sólo tenemos tres
alternativas:
El ayer, el presente y
el mañana.

Y ni siquiera tres
Porque como dice el
filósofo
El ayer es ayer
Nos pertenece sólo en el
recuerdo:
A la rosa que ya se
deshojó
No se le puede sacar
otro pétalo.

Las cartas por jugar
Son solamente dos:
El presente y el día de
mañana.

Y ni siquiera dos
Porque es un hecho bien
establecido
Que el presente no
existe
Sino en la medida en que
se hace pasado
Y ya pasó...,
Como la juventud.

En resumidas cuentas
Sólo nos va quedando el
mañana:
Yo levanto mi copa
Por ese día que no
llega nunca
Pero que es lo único
De lo que realmente
disponemos.

“El Tigre” fue refugio de ilusiones entre los 17 a 22 años. Comenzar a enfrentarse con la vida en su primera batalla: los estudios superiores. Confiar y darse cuenta que la carrera elegida era la adecuada frente a las dubitaciones de los restantes compañeros.

Sería imposible que lo político no afectase a más de alguno. Cual más, cual menos tuvo que enfrentarse a la historia del país. ¡Imposible no soslayarse! Y frente a los cambios gubernamentales estaban los del paso de joven a adulto, a ser hombre. Ser hombre en el buen sentido de la palabra: trabajar, terminar su carrera y formar familia. Así, El Tigre también fue ocupado como sala-cuna cuando Enrique Lemoine presentó a su primer hijo (ver Álbum). Imposible no percibir, no sentir alguna emoción de ver este grandioso y maravilloso cambio de quienes, niños
pocos años antes, ya mostraban su paternidad.

Amigos: el poder seguir por tantos años cerca de ustedes, tal vez no físicamente pero teniendo en mente el saber cómo estaban, dónde vivían, qué hacían en sus trabajos, cuántos hijos tenían era y es mi constante. Ustedes son parte mía y configuran a lo que aspiré como Profesor Jefe de Curso: formar jóvenes. Confío mi meta se haya cumplido. Fueron circunstancias tan especiales para reunir primero a un grupo de Padres y Apoderados que supieron asumir su rol de tal. Luego, el material mejor: USTEDES.

Ahora, los años, darán la razón a quienes quisieron que sus estudios fuera lo más importante; y, para ellos mis respetos.

Queridos amigos: Tal sus padres, pretendan lo más noble y digno que puedan dar a quienes les continúan: Educación.

“Me despido de los
amigos silenciosos
a los que sólo les
importa saber
dónde se puede beber
algo de vino
y para los cuales todos
los días
no son sino un pretexto
para entonar canciones
pasadas de moda.”
(Jorge
Teillier, fragmento de “Despedida”)


Valparaíso, 04 – 06 – 1999.

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